Los niños, desde que nacen, reciben estímulos externos al interactuar con otras personas y con su entorno.
Cuando estimulamos a nuestros bebés les estamos presentando diferentes oportunidades para explorar, adquirir destrezas y habilidades, de una manera natural y entender lo que sucede a su alrededor.
La relación madre e hijo se inicia en la gestación. Con el nacimiento, este vínculo toma un nuevo significado.
Ella puede, de acuerdo a esta situación, desarrollar sus capacidades creadoras y sus aptitudes maternales. Surge así la figura de la madre como primera estimuladora.
La estimulación temprana inicia en el hogar: debe existir para cada niño un estímulo que favorezca su desarrollo integral.
El estímulo es el alimento necesario para lograr una actividad psicomotriz que permite organizar y desarrollar el sistema nervioso.