¿Qué es la estimulación temprana?


Hoy, sabemos que nuestro bebé nace con un gran potencial y que está en las manos de sus padres aprovechar esa oportunidad en el proceso de maduración del bebé, para que este potencial se desarrolle al máximo de la forma más adecuada y divertida. La estimulación temprana es el conjunto de medios, técnicas, y actividades con base científica y aplicada en forma sistemática y secuencial. Se emplea en niños desde su nacimiento hasta los 6 años, con el objetivo de desarrollar al máximo sus capacidades cognitivas, físicas, emocionales y sociales, evitar estados no deseados en el desarrollo y ayudar a los padres con eficacia y autonomía en el cuidado y desarrollo del infante.

La estimulación temprana en niños sanos desde ningún punto de vista es una terapia ni un método de enseñanza formal. Los niños desde que nacen reciben estímulos externos al interactuar con otras personas y con su entorno. Cuando estimulamos a nuestros bebés les estamos presentando diferentes oportunidades para explorar, adquirir destrezas y habilidades de una manera natural, entender y aprender de lo que sucede a su alrededor.

La estimulación temprana para niños y bebés, no es simplemente una serie de ejercicios, masajes y caricias (sin un propósito claro). Es mucho más que eso. La estimulación temprana debe ser integral tanto física como intelectual y social. Es muy común encontrar niños geniales físicamente (deportistas) pero con dificultad para sostener una charla amena e interesante, al igual que otros geniales intelectualmente incapaces de coordinar sus funciones motoras básicas.

       En la infancia temprana o primera infancia (de 2 a 3 años) se produce el nacimiento o descubrimiento del “yo”. La conciencia de que existen otros surgirá como oposición a la individualidad del “yo”: así pues, el niño crea dos conceptos el “yo” y el “no yo”. La forma en que se lleven a cabo los primeros contactos sociales del niño con los iguales es muy importante, porque, entre otras cosas, está en juego el nacimiento de su moralidad.


       Para que se den estos primeros contactos sociales, el niño debe haber creado cierto sistema moral que le permita tener un interés por los demás, una intuición acerca de los sentimientos ajenos. Un interés por el bienestar del grupo y el conocimiento de los criterios o normas que rigen en el grupo.